Iturbi tocaba con total coraje. Entre 1948 y 1955 viajó de Europa hasta Australia, de Jamaica a
Latinoamérica y, por supuesto, Estados Unidos viajando 100 mil millas cada año o más.
Sus conciertos siempre estaban abarrotados. En 1957 se publicó que “continuaba siendo uno
de los concertistas más solicitados del país”. Era tan popular en la prisión Chino, de California
donde los reclusos pedían el “Claro de luna” como en la Casa Blanca donde el presidente
Truman le pedía un vals poco conocido de Chopin.
Los nuevos admiradores de Iturbi fueron chicos y chicas adolescentes quienes se “convirtieron”
a la música clásica por las películas de Iturbi, prefiriendo Beethoven a los boogies. Se le
conocía por ofrecerles la posibilidad de elegir y los jóvenes siempre le pedían los pentagramas
clásicos.
Pero en 1951, la revista Time publicó un artículo titulado “¿Qué la pasó a José?”. En él, lo
calificaban de intérprete superficial subrayando que tocaba de una manera mecánica y que su
único interés era hacer dinero. No todos sus colegas opinaban así; en 1952 el famoso pianista
australiano William Kapell, élmismo niño prodigio en sus comienzos, lo definió como un pianista
maravilloso: “El más igualado que conozco”
1957 fue un buen año para el pianista. Dirigió su primera ópera, una obra española titulada
“La vida breve”, de Manuel de Falla. En la misma noche dirigió “El amor brujo”, recibiendo
calurosos elogios. Sobre su interpretación, un crítico dijo: “El estilo de Falla corre por sus
venas. Su dominio del color y del ritmo así como su perfección al obtener vigor y claridad en la
orquesta fueron impresionantes-
Ese mes de octubre, su ciudad natal, Valencia, sufrió una gran tragedia. El rio Turia inundó
calles y plazas destruyendo cientos de hogares y edificios, llenando las calles de barro y dejan
sin techo a miles de personas. Lucrezia Bori, una gran cantante de ópera del Metropolitan, ya
retirada y también valenciana, decidió reunión esfuerzos para un gran concierto de caridad,
junto a los hermanos Iturbi. Hubo un lleno completo y se recabaron más de 50 mil dólares de la
época para los damnificados.
A la edad de 67 años, Iturbi aun viajaba 50 mil millas cada año. En un concierto en Londres,
en 1962, el entusiasmo fue tal que tuvo de dar 3 bises. Además, grabó un nuevo disco
completamente distinto a los grabados en la década anterior: todo de repertorio español del
cual un crítico dijo: “uno encuentra el Iturbi con la fogosidad y la fuerza de antes”
La ciudad de Los Ángeles le ofreció una fiesta por su 70º aniversario. En mayo de 1966,
organizaron un gran concierto dirigido por Franz Waxman e Iturbi al piano interpretando un
programa “con tantas dificultades que podrían haber hecho sudar a cualquier virtuoso más
joven durante cuatro noches”
Se le preguntó por el momento de su retirada. Con una sonrisa en los labios, Iturbi respondió:
“Tocaré únicamente hasta que yo sienta que puedo tocar. A ese respecto, yo tengo un
conciencia artística”
Pero, incluso en 1967, después de un ligero ataque al corazón, no mostró signos de parar. En
1967, fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica de Bridgeport, Connecticut y en 1968 de
la Orquesta de Calgary, en la provincia de Alberta, en Canadá. Poco después, aceptó el puesto
de Director Principal de la Sinfónica de Alburquerque, Nuevo México.
A mediados de los años 60, Iturbi puso en marcha su propia discográfica: Turia Records. Allí
grabaron tanto José como Amparo, quien tenía el proyecto de una nueva versión de Goyescas
y otras obras más actuales. Pero Amparo murió en 1969. Unidos desde la infancia, había
compartido una increíble relación musical. Posiblemente, nunca pudo sobreponerse a la
pérdida de Amparo. Al mes, el maestro decidió dimitir de dos de las orquestas.
Pero siguió tocando y arrastrando masas.
En 1975, José Iturbi cumplió 80 años y lo celebró de la manera más asombrosa. Se presentó
con su antigua orquesta, la Filarmónica de Rochester como director y solista en el escenario
del Avery Fischer Hall del Lincoln Center de Nueva York, El crítico dijo “estuvo a sus anchas a
través de los pasajes más intricados como si tuviera la mitad de su edad”.
El publico aún se amontonada para verlo en su gira de conciertos entre 1976 y 1977.En
1979 se gestionó un concierto especial en el Carnegie Hall de Nueva York para celebrar
el 50º aniversario de su debut es aquella sala. Pero el concierto nunca tuvo lugar, su salud
comenzaba a fallar. En marzo de 1980, los médicos le pidieron tomar un largo año sabático. Al
final de junio, ingresó en el Hospital Cedros del Líbano. Murió temprano en la mañana del 28 de
junio y fue enterrado en el Cementerio Holly Cross de Culver City, California, donde él mismo
había enterrado a su hija y a su hermana.
En Valencia, Iturbi es todavía un hijo predilecto. La calle donde nació lleva su nombre. También
les fue dedicada una escultura a él y a Amparo en los jardines del Palau de la Música de
Valencia y asimismo, el Conservatorio Municipal de Valencia lleva su nombre. Desde 1981,
se celebra el Concurso Internacional de Piano. Pero en los Estados Unidos, aparte de la José
Iturbi Foundation que organiza una serie de conciertos cada año y un concurso internacional de
Los Ángeles, Iturbi ha sido tristemente olvidado.
En 1999, Yvory Classics publicó un CD con obras de Mozart que impacto a sus admiradores.
Y las críticas demuestraron que la calidad real nunca muere. Más recientemente, en Francia
se ha editado un CD doble y en los Estados Unidos, Video Artists International publicó un
DVD con sus apariciones en el programa de TV, Bell Telephone Hour. Quizá, si la tendencia
continua, el mundo volverá a tener presente a José Iturbi, pianista, director, compositor y
actor… un hombre de talento en “muchas fuentes.
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